Arturo Illia, Deolindo Bittel y una visión federal de la democracia

Agosto de 1982, la dictadura militar, tras la derrota de Malvinas anunciaba que devolvería el poder a los civiles. La Multipartidaria, instancia de acción política conjunta creada un año antes por los partidos Unión Cívica Radical, Justicialista, Intransigente, Demócrata Cristiana y Movimiento de Integración y Desarrollo, se reunía en Buenos Aires para analizar los pasos a seguir.

Por Agustín Barletti (*)

Dos políticos de raza se daban cita aquél día, Arturo Umberto Illia, quien presidiera la Argentina entre 1963 y 1966 y Deolindo Felipe Bittel, gobernador de Chaco durante el mismo período.
El abrazo entre ambos fue conmovedor y llamó la atención de los demás asistentes. Bittel, con lágrimas de emoción recordó la visita de Illia a Chaco en marzo de 1965 para inaugurar el Aeropuerto Internacional de Resistencia.

– Usted era radical, y yo peronista, sin embargo, no dudó en darme los fondos federales para terminar la construcción de la terminal aérea, rememoró Bittel.
– Yo era Presidente de todos los argentinos, y usted Gobernador de todos los chaqueños, fue la respuesta de Arturo Illia.

En aquella reunión Bittel reconoció que Illia había dado el puntapié inicial para la construcción del puente entre Chaco y Corrientes que se terminaría inaugurando en 1973, y que durante su mandato se avanzó con la Ruta Nacional 11 que une Resistencia y Clorinda.

Como hombre formado políticamente en Córdoba, Arturo Illia poseía una férrea raigambre federal y eso se constató con la gran cantidad de obras impulsadas en las distintas regiones argentinas. Entre ellas figuran la mega represa El Chocón-Cerros Colorados, el túnel subfluvial, y el complejo Zárate Brazo Largo. Asimismo, Comahue, Cabra Corral, Río Hondo, Pichanas, Ullúm, Horcajo, Valle Grande, Agua de Toro, Nihuil, Ameghino, Pueblo Viejo y Benjamín Reolín, eran nombres que en los distintos rumbos del suelo argentino indicaban obras hidroeléctricas y de riego de singular importancia para las economías del noroeste y centro del país y la zona cordillerana. Salto Grande, para cuya realización se habían volcado recursos nacionales más financiación internacional, completaba el panorama de las grandes obras hidroeléctricas.

Durante la presidencia de Illia, se construyeron 4.959 kilómetros de caminos y tal cifra se triplicaba al proyectarse al año 1969.

En lo que respecta a la comunicación con los países vecinos, se destacó el proyecto de electrificación del Ferrocarril Trasandino entre Mendoza y Polvaredas, el mejoramiento del camino internacional entre Mendoza y Las Cuevas, la conexión con Paraguay mediante la terminación de la ruta 12, que une el sistema mesopotámico con la ruta internacional de Curitiba a Asunción, y la pavimentación de la ruta nacional 34, entre Rosario y Santiago del Estero para un mejor transporte de nuestros productos a Bolivia.

La efectividad administrativa se extendía a todo el país

El aumento del PBI fue del 10,3% en 1964, del 9,1% en 1965, y del 4,7% en los primeros seis meses de 1966. La industria creció 18,9% en 1964 y 13,8% en 1965; el sector agropecuario lo hizo al 7% y al 5,9%.

El gasto público disminuyó en relación al PBI, y el déficit del presupuesto se redujo de $4.054,1 millones en 1963, a $2.778,9 millones en 1965. Al mismo tiempo, la partida destinada a educación alcanzó el 24% del presupuesto nacional, la más alta de la historia, y un Plan Nacional de Alfabetización alcanzó a 350 mil alumnos de 18 a 85 años.

Durante su presidencia, se logró el mayor triunfo diplomático sobre Malvinas. La resolución 2065 de la ONU, aprobada el 16 de diciembre de 1965, instaba a los gobiernos de la Argentina y del Reino Unido a negociar sin demoras la soberanía de las islas.

Por primera vez en muchos años se redujo la deuda externa, de US$ 3.390 a US$ 2.650 millones. Luego, habría de crecer sin interrupción hasta la fecha.
Bajo su mandato, se sancionó la Ley del Salario Mínimo Vital y Móvil. En 1965, la tasa de desempleo se ubicó en el 4,4% y la participación del sector asalariado en el PBI pasó del 36% en 1963, al 41% a junio de 1966.

Además de buen administrador, fue un estadista que supo adelantarse a los acontecimientos. En 1964, ante la dificultad para colocar en los mercados internacionales una cosecha excepcional de trigo, Illia decidió vender varios millones de toneladas a China Popular, aún gobernada por Mao Tse Tung. Illia se convertía en el primer jefe de Estado del mundo occidental en comercializar con China, un mercado que hoy es codiciado por el mundo entero.

Recién seis años más tarde, el presidente norteamericano Richard Nixon viajaba a China con el mismo fin. La operación de venta fue un éxito, con pago en libras esterlinas al contado, a través del Banco de Londres en Hong Kong, que actuó como agente financiero chino.

Illia sabía que el futuro estaba en Asia, y junto a su colega trasandino Eduardo Frei avanzó en la creación de una Federación Argentino Chilena con capital en la ciudad de Córdoba, para que sendos países pudiesen comercializar sus productos a través de los dos océanos.

A quienes fueron a derrocarlo les dijo que no representaban a las Fuerzas Armadas, y que eran “salteadores nocturnos que, como los bandidos, aparecen de madrugada para tomar la Casa de Gobierno”. De forma premonitoria les anticipó: “Sus hijos se avergonzarán de lo que están haciendo; y mañana los señalarán por haber producido horas tristes en el país”.

Años más tarde, la mayoría de los que participaron en el golpe expresaron públicamente su arrepentimiento.

Al día siguiente de su destitución, los asaltantes del poder encontraron $240 millones en efectivo en la caja fuerte del despacho presidencial. Eran los fondos reservados que Arturo Illia pudo haber usado sin rendir cuenta a nadie. El coronel Horacio Ballesteros, a cargo del operativo, solo atinó a decir: “Para qué lo habremos sacado a este tipo”.

 

(*) Escritor, periodista y doctor en Derecho Constitucional. Autor de la novela histórica “Salteadores nocturnos” sobre la vida de Arturo Illia.

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