Por Carlos A. Villalba

    Tras el fracaso del plan de negocios instalado en la Casa Rosada por su equipo de gerentes corporativos convocados por un presidente neoliberal, elegido en elecciones, y ante el resultado irreversible del 11A, se vieron obligados a cambiar de táctica, dejaron de actuar como una agencia de colocaciones y abrieron la etapa de condicionamiento del próximo gobierno, del que deberán soportar el olor a peronismo que tanto les desagrada

    La literatura creó el concepto de raíces griegas de “distopía, aquello que resume todo lo indeseable, ese lugar de lo “malo” que encierra un mundo lleno de contradicciones, llevadas a sus consecuencias extremas. La Argentina del final del tiempo de Cambiemos parece salida de la imaginación de Diego Agrimbau y Gabriel Ippóliti, los argentinos autores de la multipremiada historieta “Planeta Extra”, mezcla de ciencia ficción con crítica social ubicada en una sociedad futura.

    Dirigir un país, sin ser su Presidente, es algo imposible; orientar la economía del presente, sin que le hayan colgado atributo formal alguno, también. Preparar el equipo que conduzca la etapa que se viene, antes de tener el diagnóstico exacto de “la catástrofe” que va a recibir, es como conducir sin ver a través de la autopista y la niebla; más aún si todavía no se pudo sopesar el tenor de las fuerzas que va a enfrentar ante cada decisión, frente a cada política que, como diría Eva Perón, no es sino la respuesta a cada necesidad de los más vulnerables de la sociedad.

    Esa es la foto de la situación actual, con todo definido pero cuando todavía faltan semanas para los comicios de octubre y la asunción de diciembre; es el apunte perfecto para escribir una nueva “distopía ilustrada”, sino fuese porque las consecuencias de la época que se cierra arrojan víctimas que no están coloreadas con aerógrafo, sino que son personas de carne, hueso, hambre, enfermedad, desempleo, calle, necesidad, pobreza, miseria…

    Polaroid

    Desde que se confirmó su postulación, el candidato Alberto Fernández no expresa sus intenciones, planes y hasta la nómina de lo que será su gabinete presidencial por medio de comunicados de prensa o de listas de futuros funcionarios; lo hace a través de los temas que trata en cada lugar que visita en las provincias o fuera del país, de la conformación de las comitivas que lo acompañan a cada lugar, de las problemáticas que cada uno de sus colaboradores aborda en público, también de las que callan.

    Esa gestualidad dice mucho más que la catarata de notas que se redactan en base a los recortes informativos que la mayoría de los medios obtienen de los basureros de la calle México, a veces, incluso, de los tachos que nutren los servicios de inteligencia del macrismo o, incluso, los cuadros del gobierno, que usan columnas de radio, televisión, gráfica y redes, para que sus periodistas cuenten lo que ellos quieren hacer creer, lo que últimamente no siempre coincide con el pasto que los operadores financieros arrojan a las fieras que quieran consumirlo.

    Las precauciones se extreman cuando de economía y finanzas se trata. Por ese motivo, aparecen nombres que en un par de horas se borran, o se intercambian áreas de gestión, entre economía, finanzas, negociación externa, producción, energía, Vaca Muerta…

    De la diáspora de nombres que abarca el espectro completo de las tendencias, desde el liberalismo hasta los más serios exponentes de la economía “no ortodoxa”, con keynesianos, neokeynesianos y no keynesianos, monetaristas y estatistas incluidos, e incluidas, porque en esa constelación también brilla Cecilia Todesca, licenciada en Economía por la Universidad de Buenos Aires e integrante del equipo desde antes de este jaleo “pre-presidencial”.

    El que viene poniendo la cara

    Si no se puntea el gabinete como quien elige los números de la quiniela, se verá que otro egresado de la UBA, Matías Kulfas, es uno de los economistas más cercanos al ganador de las PASO de agosto, por encima del ranking ministerial en el que los medios lo ponen o lo sacan. Es quien viene poniendo la cara para desarrollar en público las consignas que lanza su jefe, con parsimonia pero con impacto.

    Autor del libro “Los tres kirchnerismos. Una historia de la economía argentina 2003-2015″, período en el que Fernández fue jefe de Gabinete durante el lustro inicial, a cuya primera década considera como uno de los dos mejores períodos de crecimiento del país, con distribución del ingreso que reconoce con una clara mejora en los salarios y recursos para los trabajadores y los sectores más vulnerables. La obra también marca que aquellos avances no impidieron incrementos significativos de las ganancias empresariales, del mismo modo que no se alteró el ciclo de concentración económica.

    El 17 de septiembre pasado, Kulfas desplegó ante un selecto auditorio riojano, un prolijo power point de 30 pantallas, incluyendo las tradicionales “muchas gracias” finales de profesor universitario, en el que diseñó las “Claves para retomar el crecimiento”. Dividió la exposición en tres partes dedicadas a:

    1. ¿Dónde estamos? ¿Qué nos deja Macri?
    2. Los desafíos del nuevo gobierno
    3. 10 motivos para ser optimistas

    La foto de la coyuntura, acá consolidada, expresa lo siguiente:
    Como “desafíos del próximo Gobierno” presentó los pilares sobre los que se apoyaría la gestión a partir del 10 de diciembre, con la intención de “poner en marcha la economía”:

    • Acuerdo económico y social
    • Nuevo acuerdo con el FMI
    • Reperfilamiento de deuda
    • Plan de desarrollo productivo y PYME
    • Modelo exportador

    A renglón seguido presentó las “Seis reglas albertistas” que regirán el arranque del nuevo gobierno, basadas en un tipo de cambio “competitivo y estable”, con superávit comercial y fiscal, acumulación de reservas, desendeudamiento y baja de la inflación.

    En base a esos objetivos, el equipo de la calle México desarrolla los tres “Nuevos ejes programáticos”, referidos a un “acuerdo económico y social” para bajar la inflación, mejorar productividad y mejorar de manera sustentable el salario real; “Reforma laboral” sector por sector y “sin soluciones mágicas” y “Plan de desarrollo industrial y tecnológico”, con estímulos financieros que faciliten su realización.

    Las reglas del marketing sostienen que cualquier mensaje “motivador” debe terminar en modo “propositivo”, “esperanzador”; el asesor económico del Frente de Todxs, no escapó a ese mandato y sus pantallas terminaron con “10 motivos para el optimismo”, que junta propuestas con expresiones de deseo. Destaca el acuerdo económico y social que plantea el sector, con combate de la inflación y concertación de nuevas pautas para el desarrollo.

    Uno de los pocos “nombres propios” sectoriales incluidos en el capítulo entusiasta de la presentación es el de “Vaca Muerta” que, a su juicio, rompería con la “dicotomía exportación / empleo”, a partir de la generación de “500.000 puestos de trabajo, de forma directa y en industrias proveedoras, servicios de ingeniería, etc”. Considera que ese polo neuquino aumentará las exportaciones argentinas en un 50%.

    Al margen del esquema cuidadosamente armado por los equipos de Fernández, los tiburones de los hidrocarburos olieron sangre negra en el acto y filtraron sus propias versiones, “reflejadas” en los “análisis empresarios” semanales. Hasta esas páginas deslizaron una versión sobre la supuesta existencia de un proyecto de ley destinado a proteger las inversiones petroleras en el super-yacimiento, que habría sido redactado tras recibir sugerencias por escrito de algunos zares del sector, que lograron que la propuesta estuviese “en línea con reclamos y propuestas de los inversores externos”.

    Las pantallas de Kulfas amplían su especulación sobre el ingreso de divisas – uno de los principales problemas que deberá enfrentar el Presidente de un país sobreendeudado por la gestión del gobierno saliente – con detalles de los ingresos potenciales derivados del “nuevo perfil exportador”, en los que Vaca Muerta encabeza sus proyecciones, a las que se suman con la mitad de su volumen la agroindustria y con un tercio del mismo minería e industria y servicios. Este último componente, a partir del rechazo a las políticas que provocaron el actual “industricidio” y de una propuesta de apoyo especial a las PYMES.

    También destaca que la Argentina está en condiciones de “romper la dicotomía entre recursos naturales, industria y tecnología” y que el “gran desafío” es “sacar de la lógica extractivista a la minería, el petróleo y el gas”. Aunque no avanza públicamente sobre el recorrido para lograrlo, es probable que algunas de las pistas sobre el particular se encuentren en el modelo boliviano, con cuyas políticas comulgan sectores importantes del Frente, en lo específico, con las propuestas del vicepresidente Alvaro García Linares, quien considera que es necesario “salir del extractivismo”, aunque “no congelando las condiciones de producción ni regresando a la edad de piedra” sino después de “un período de transición, un puente que cree las condiciones técnicas, materiales y culturales de una nueva generación capaz de superar el extractivismo.

    Vamos a seguir, porque hay que satisfacer las necesidades materiales de la gente. Pero a la vez iremos creando las condiciones para un reencuentro con la Naturaleza, rescatando la tradición indígena… Extractivismo sí, temporalmente y sí necesariamente. Hasta crear la nueva sociedad del conocimiento y de la cultura”.

    Con dulce para los sectores más poderosos y, al menos por el momento, interesados en escuchar, Kulfas afirma que “Tenemos empresas, empresarios e industrias para encarar esta nueva etapa” y destaca que “el daño existe, pero es reversible con un cambio de rumbo y nuevas políticas industriales y comerciales”.

    El asesor que durante la última semana fue sentado por los medios en el sillón principal del edificio de Hipólito Yrigoyen 250, critica las prácticas de la gestión macrista “que no cree en la capacidad transformadora de la gestión estatal” e “incorporó CEOs del sector privado y no generó resultados, sí conflictos de intereses”. Por el contrario, cree que el país “necesita un adecuado mix entre Estado y mercado” y enfatiza que “es posible encontrarlo”.

    Preparación de un repertorio de medidas

    Alberto Fernández presenta en sociedad las directrices básicas, sus equipos las desarrollan en profundidad y, conforme se caen las hojas del almanaque (en tiempos digitales, solo una figura), se van precisando detalles. En San Miguel de Tucumán se montó el escenario en el que, junto a representantes de la Unión Industrial y de la banca, las centrales obreras y distintos gobernadores e intendentes, y en armonía con lo enunciado por su compañera de fórmula, Cristina Fernández de Kirchner, el candidato propuso un “Pacto” o “Acuerdo” social.

    Mientras se discute su plazo – con vigencia de 6 meses o sin tiempo, es decir hasta que se alcancen los objetivos – la concertación apunta a salarios, impuestos, tarifas y precios de alimentos y, lo más deseado, que impida que el crecimiento de una variable se traslade a otra, de modo mecánico cuando no especulativo, como sucede en la actualidad frente a cualquier modesta mejora en los ingresos de trabajadores activos y jubilados, que “provoca” aumentos de precios por encima de ella. Igual que sucede, también de modo injustificado, ante la caída del peso frente al dólar.

    Detrás de esta propuesta de “manual peronista”, está la intención de avanzar en una alianza policlasista que permita avanzar en un proyecto de desarrollo, autónomo y de largo plazo (de manual bis).

    En el marco de una “economía en marcha”, las usinas de Fernández dejaron trascender la preparación de un repertorio de medidas inmediatas, para “parar la caída” que afecta a los sectores más vulnerables:

    • Ampliación de la tarifa social de servicios a todas las personas con ingresos por debajo de la línea de pobreza, con segmentación del resto de la población,
    • Baja del precio de los alimentos, con inclusión de posible esquema de retenciones.
    • Ajuste del sistema de control de los “precios cuidados” de medio millar de productos iniciales.
    • Descentralización del Mercado Central, a través de grandes locales que puedan competir con los supermercados, cuyos precios, menores a los de esas cadenas, se conviertan en referenciales.
    • Refuerzo y multiplicación de las ferias barriales.
    • Disminución del precio de los medicamentos, a través de un “Plan Remediar” de medicamentos gratuitos para la población con menores ingresos y de un sistema de protección de precios para recetas de uso crónico, destinado al esto de la población.

    En su intento de “parar la caída y volver a reconstruir lo social”, el diputado Daniel Arroyo, único miembro de su equipo a quien el futuro Presidente mencionó como próximo “ministro” de Desarrollo Social, trabaja en otras acciones, complementarias de las anteriores:

    • Canasta básica accesible que, además de las herramientas expresadas, incluya el fortalecimiento de la producción popular y familiar.
    • Descentralizar la gestión específica con fortalecimiento de las provincias, respeto por las distintas realidades climatológicas, de siembra, crianza y riego y transferencia de recursos federales.
    • Desendeudar a las familias, con creación de un sistema de créditos no bancarios y apoyo económico con tasas bajas para PYMEs.
    • Reconstruir la movilidad social ascendente, a través de la articulación de la escuela con el trabajo y generación de condiciones para que quien estudia pueda ingresar al mercado laboral.
    • Fortalecer los lugares de atención y prevención de la drogadependencia.

    Fernández Alberto, Fernández Cristina, Kulfas, Todesca, y todos los nominados por los medios – desde Emmanuel Alvarez Agis hasta Roberto Lavagna, pasando por Guillermo Nielsen, Martín Redrado, Sergio Lanziani, Miguel Peirano, Mercedes Marcó del Pont, incluso el macrista Carlos Melconian -, además del candidato triunfante en la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, referente permanente del candidato, saben que nada será posible si, antes, no logran una buena renegociación de la deuda externa, una muy buena renegociación de la deuda externa, tanto pública como privada.

    Para eso tendrán que seguir sumando fuerza interna, lograr unidades como las que avanzan en el terreno gremial, estudiar las propuestas de los grupos de presión y desechar las frutas envenadas, convencer a los organismos multilaterales de crédito, evitar las bombas cazabobos que buitres y cuervos financieros ya están colocando en el horizonte fernandista de la mano de los amigos de la gestión saliente y, sobre todo, consolidar el voto del 27 de octubre, el que aporta Cristina y los que consigue, por la suya, el que pide desde la banquina imaginada de la autopista a Ezeiza que “No te vayas, viene Alberto”.

    “Es un todo y cada parte es la mitad de otras partes que se vuelen a encontrar.
    El hombre… no para de nacer”.

    Conversaciones con mi padre
    Pinocho Routin, cantautor y murguero uruguayo

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