(*) Por Claudio Rosso
El proyecto de ley de góndola que ya cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados, y se espera sea aprobado por el Senado en el transcurso de las sesiones extraordinarias del mes de febrero, traerá grandes beneficios para el conjunto de la sociedad. Sin embargo, en los últimos días se han vertido una serie de argumentos y críticas que tratan de menospreciar la iniciativa con la única finalidad de lograr que esta no se apruebe o, en su defecto, entorpecer su tratamiento y demorar su aprobación.
El proyecto viene a poner fin a una serie de prácticas desleales y anticompetitivas que vienen desarrollando conjuntamente desde hace años las grandes cadenas de supermercados minoristas y los principales proveedores de productos alimenticios y de consumo masivo. Ambos sectores realizan acuerdos de exclusividad y distribución de espacios en góndolas, obstaculizan la venta de productos de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) e imponen precios mínimos de venta elevados.
Estas prácticas causan un grave perjuicio a los consumidores argentinos y también afectan a los pequeños productores y proveedores de productos que son excluidos y no tienen acceso a las góndolas de los supermercados.
En primer lugar y de manera inmediata luego de su aprobación, la nueva ley dispondrá que los supermercados deberán contar con al menos cinco proveedores para cada categoría de producto y evitará que un sólo proveedor ocupe más del 30% del espacio de las góndolas que comparte con productos similares de otros proveedores. Esto -en la práctica- implicará que los grandes proveedores de alimentos y productos de consumo masivo ya no podrán monopolizar las góndolas cómo lo hacen hoy en día con el poder de manipular los precios a su antojo.
Los supermercados tendrán que ofrecer productos de distintos empresas y deberán destinar un 25% del espacio de las góndolas, y un 50% de las islas de exhibición, a productos comercializados por MIPYMES que, al lograr tener espacio propio podrán posicionarse y competir.
Lo mismo sucederá con los proveedores de los sectores de la economía popular, agricultura familiar o campesina. Actualmente los productos fabricados por estos sectores se encuentran totalmente excluidos del mercado y su visibilidad es nula. Esta situación injusta se acabará con la ley de góndolas que dispondrá que los supermercados destinen un 5% del espacio de sus góndolas a los productos comercializados por estos sectores relegados.
En ambos casos, la incorporación y acceso de los productos de las MIPYMES, y los pequeños productores, reactivará la economía. En la medida que sus productos se hagan conocidos por los consumidores, su demanda y consecuentes ganancias aumentarán. Esta circunstancia los obligará a incrementar su producción para satisfacer la demanda de los consumidores. Para ello, deberán contratar personal con lo que se generarán mayores puestos de trabajo. En otras palabras, se generará un ciclo virtuoso que inevitablemente reactivará la economía tan vapuleada y estancada de estos últimos años.
Por su parte, la puja sana entre los grandes proveedores (por lo general grandes empresas) y las pymes junto a los pequeños productores aumentará notoriamente la competencia. Como consecuencia de ello, los primeros no podrán aumentar indiscriminada y arbitrariamente el precio de sus productos ya que perderán ventas y presencia en las góndolas cuando los consumidores comiencen a volcarse hacia los productos de la competencia más baratos y de calidad similar.
Como resultado, los supermercados podrán abastecerse de diferentes proveedores a precios más competitivos y los consumidores (de una vez por todas) saldrán beneficiados al tener mayores opciones de productos para elegir en las góndolas a precios más competitivos.
A esta altura se puede observar con nitidez que los beneficios y ventajas que traerá la ley de góndolas son muchos y muy importantes. Ello hace imperiosa su rápida aprobación por el Senado e implementación por el Poder Ejecutivo y la respectiva autoridad de aplicación.
Aun así, los detractores del proyecto, han dicho que la ley de góndolas no es el instrumento adecuado para resolver la concentración de unos pocos proveedores y los altos y desmedidos precios de los productos alimenticios y de consumo masivo. También se manifestó que la ley de góndolas generará un aumento en los costos de los supermercados y proveedores, incrementará los costos de reposición y generará desabastecimiento.
Todos estos argumentos y críticas infundadas son realizadas justamente por los sectores que se verán afectados por la nueva ley. Ello no es casualidad, ya que perderán su hegemonía y sus privilegios y ya no podrán realizar las prácticas desleales y anticompetitivas que estaban acostumbrados a llevar a cabo sin sufrir ningún tipo de perjuicio ni penalidad. Estos sectores tuvieron ganancias extraordinarias en los últimos años a costa de los consumidores que estaban obligados a convalidar, sin tener otras alternativas, los altos e irrazonables precios de sus productos. Son los mismos que excluyeron y marginaron de las grandes cadenas de supermercados los productos de los pequeños proveedores.
Afortunadamente, todo esto ya no sucederá una vez que se apruebe el proyecto de la ley de góndolas. Un beneficio para todos.
(*) Productor asesor de seguros, especialista en riesgos del trabajo