Por Facundo Pedrini*

– ¿Usted está desesperado?
– Sí.
– ¿Muy desesperado?
– Sí.
– ¿Duerme?
– Sí.
– Los desesperados no duermen.

A veces decimos que nos enloquecen cosas que en realidad no nos preocupan tanto.
Se normalizó la explosión de la vida por repetición y cualquier derrumbe que no tenga cara, tiene zapping. Lo que le cambia la vida a casi todos ya no da rating.

Una familia llamó a Crónica, un pibe de 5 años había desaparecido. Su ausencia fue más noticia que su vida. Un invierno adentro de un invierno que terminó con 6 canales de noticias, 4 detenidos, un fiscal que pidió perdón, un falso duende, una ministra que habla pero no dice, un abogado mediático que llora en cámara, un gobernador que tuitea pero no gobierna y una familia que se dispara coartadas en la boca.

Nadie se quiere entregar, nadie puede huir, ni siquiera los televidentes, que lo ven por el único canal que recuerda las raíces de un país humano, que habla el lenguaje de los dientes y sobrevive con lo que hace con las manos. El policial es la forma en que el pueblo toma conciencia de las fallas del sistema.

“La cadena nacional de los pibes” llegó hace 2 semanas y perforó el piso de todos cuando la política discutía bases. Al pueblo argentino le importa más la sangre que el dinero: “Me puedo cagar de hambre, pero no me podés robar a mi hijo”. Violentar esa inocencia lo impugna, lo asquea, lo rompe para siempre. Loan demostró que el interés ya no está en las cosas, está en las almas.

 

(*) Publicado en BAE Negocios

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