En los estudios de CIUDAD TV, Florencia Reparaz, licenciada en Psicología, precisó que en los ámbitos profesionales se habla de consumos problemáticos digitales, “adicciones sin sustancias o comportamentales como lo son los juegos patológicos en diferentes etapas de la vida, nada más que en cada etapa toman rasgos particulares”.

    “El acceso a los entornos digitales es frecuente y es diario, está al alcance de todos, a cualquier edad”, recalcó y advirtió que la exposición a pantallas digitales se da incluso en menores de un año. 

    “Esto se complejiza mucho más cuando el niño tiene acceso irrestricto a los espacios digitales o a los medios digitales porque existen los algoritmos que van marcando y se van organizando en torno a una dinámica en donde se buscan los intereses de ese niño, adolescente o adulto. Funciona en todos los momentos de la vida y van ofreciendo contenidos que son interesantes a la persona”, indicó.

    Comentó que el acceso a casinos siempre estuvo limitado a personas mayores de 18 años, al igual que en las casas de apuestas físicas que cuentan con otras formas de restringir el acceso, “pero cuando se trata de entornos digitales el acceso no está limitado, excepto por aquellos adultos que están observando y enmarcando dicho acceso para los menores. 

    Recalcó la importancia de “limitar y enmarcar el uso” de los dispositivos digitales. “El problema no es el consumo de entornos o medios digitales, sino el consumo irrestricto que genera dependencia”. “En los espacios educativos donde hay niños y adolescentes es frecuente el uso de nuevas tecnologías, del celular, de las computadoras y tablets, incluso es una herramienta de aprendizaje y enseñanza, pero debe ser enmarcado. Para poder trabajar con esto, primero hay que saber de qué manera utilizar esas herramientas que puede derivar en un uso para un juego patológico”, indicó.

    En el caso de las instituciones educativas, apuntó que el fomento debe direccionarse a fomentar espacios de trabajo que impliquen un acercamiento para saber de qué manera están usando las pantallas en general, cómo las utilizan, a qué aplicaciones ingresan, qué les interesa. 

    “El consumo tiene dos vertientes: ofrece mucho placer y por eso es difícil abandonar, y va debilitando los lazos sociales y los entornos en donde uno se integra socialmente. Entonces, primero hay que conocer cómo utilizan los niños esos entornos. A partir de allí, hay que elaborar estrategias situadas”, afirmó. 

    En el caso del núcleo familiar, mencionó que la prevención es la principal estrategia. “Enmarcar el uso de las pantallas es una necesidad, pautar espacios para jugar en la plaza, el patio, los espacios de la casa; tiempos de juego para las pantallas dependiendo de la edad; tiempos para hacer la tarea, para compartir en familia, horarios de almuerzo y cena. Y también el adulto poder plantearse límites sin el móvil en la mesa, escribiendo mensajes, mirando pantallas”, aseguró.

    Tres aspectos del consumo problemático   

    La profesional marcó tres aspectos esenciales a la hora de pensar en consumos problemáticos: el tipo de consumo, sea una droga o un entorno digital; las características del sujeto, y los contextos.

    “Es muy difícil pensar en una persona que esté alejada completamente de los entornos digitales porque en la actualidad uno puede comprar objetos de deseo, mirar una serie, una película, jugar. Y en pandemia se planteó una dinámica en torno a los entornos digitales en donde los contenidos, las relaciones, las compras, los juegos estaban organizados en relación a esos entornos. Uno tiene que contemplar eso. No se puede mirar solo uno de los aspectos”, sostuvo.

    Por eso apuntó a un abordaje integral, no sesgado o limitado. “Hay que poder pensar en toda la trama, en ese adolescente, con esas características, en ese contexto y ese uso de entornos digitales para poder pensar en un abordaje situado”, observó.

    Lo primero será hablar con la persona que se considera que tiene el problema y tratar de saber cuál es la situación en la que se encuentra en el uso de un objeto que además es privado. “En principio hablar; hay personas que incluso dejan de lado el comer, el dormir, demoran o postergan esas cuestiones esenciales de la vida y esto es señal que hay un uso problemático de los entornos digitales”, aseguró.

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