El consumo de carne vacuna entre enero y octubre cayó un 11,2 por ciento frente al mismo periodo de 2023. El consumo por persona en esos diez meses alcanza un promedio de 47,2 kilos por año, lo cual lo ubica en el nivel más bajo de los últimos 28 años, de acuerdo a lo informado por la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA).

    La fuerte reducción de la demanda del alimento más tradicional en la dieta de los argentinos en general se prolonga, pese a que en los últimos meses se observó una desaceleración importante en los precios para el sector. Las estadísticas oficiales (Indec) marcan un aumento de los cortes más populares de apenas 0,4 por ciento en promedio durante octubre.

    Sin embargo, el consumo apenas observó un avance en relación a la baja histórica del consumo en los primeros meses del año (llegó a 42,6 kg per cápita anuales). Pero no logra revertir lo que a esta altura ya se observa como uno de los peores años en la demanda interna del producto de las últimas tres décadas.

    Producción y consumo

    Bajó la producción de carne, pero menos que el consumo. La razón es que los niveles récord de exportaciones están compensando en parte la violenta caída del consumo interno. Ese triángulo de variables muestra, entonces, que la producción de enero a octubre del año cayó 4,5 por ciento respecto de 2023 (la punta que corresponde a la oferta), pero destinó una proporción mayor a la exportación (12% más) que el año pasado y una proporción menor al consumo (las dos puntas del triángulo que corresponden a la demanda).

    Este “alivio” para una parte de la industria frigorífica (la que es predominantemente exportadora) puede convertirse en una tendencia definitiva, dada el modelo de política económica que está logrando imponer Javier Milei y los factores de poder que lo respaldan: un modelo que privilegia la salida exportadora de la producción por sobre el consumo interno, “dolarizando” los ingresos pero con sentido fuertemente regresivo (muy pocas manos que los reciben, muchas más bocas que dejan de consumir).

    Así, de las 2.631.000 toneladas de carne vacuna producidas este año hasta octubre, 784 mil (el 29,8 por ciento) tuvieron por destino la exportación. Fundamentalmente, las ventas a Israel y Estados Unidos aumentaron sensiblemente, con el atractivo que significa el alto precio que pagan estos países por los cortes especiales (en ambos casos, los principales envíos se realizan bajo convenios binacionales).

    El consumo interno, 1.848.000 toneladas, absorbió el resto de la producción, una proporción del 70,2 por ciento que viene en descenso.

    Esto significa que, a diferencia de otros sectores sin exportaciones tan al alcance de la mano, para la industria frigorífica más concentrada puede resultarle un negocio atractivo esta tendencia a la depresión del consumo, mientras que serán los llamados “frigoríficos consumeros”, los que viven de la demanda interna, quienes paguen los platos rotos.

    Evolución reciente

    En septiembre pasado, las exportaciones alcanzaron las 60.200 toneladas, siendo la cifra más alta desde finales de 2020. China continúa siendo el principal destino de la carne argentina. Pese a que redujo su participación en las exportaciones, sigue siendo el destinatario de más de dos tercios de los envíos al exterior, medido en peso producto.

    En contraste, Israel y Estados Unidos incrementaron sus compras, en torno al 10,1% y 40,9% respectivamente. En ambos casos, al igual que la carne que se destina a Europa, se trata de cortes especiales con un precio muy superior por tonelada al que abona China por sus compras.

    Aun sin los datos de octubre, recordemos que el precio promedio por tonelada exportada en septiembre aumentó 8,4% respecto a agosto y 0,6% en la comparación interanual. Sin embargo, en los primeros nueve meses del año, el precio promedio se mantuvo un 7,6% por debajo del mismo período del año pasado. Año de sequía y liquidación de animales que no tenían dónde pastar.

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